Algunas historias comienzan con una canción. No con palabras ni promesas, sino con una melodía que une dos almas entre luces, ruido y multitud. Así fue como Juan y Ana se encontraron: en un instante suspendido entre la realidad y la magia de la música. En uno de los tantos conciertos de Soda Stereo, lo que nació como un simple encuentro se convirtió en un amor profundo, construido con gestos, miradas y silencios. Cuando la enfermedad llegó, ellos eligieron seguir amando, sosteniéndose con ternura, aferrados a la esperanza. Y cuando Ana partió, dejó en los brazos de Juan algo más que dolor: una hija, una continuación, una nueva forma de amor. Hernan Piquín celebra Soda Stereo.